Cuando el orgullo se sirve en un plato pulido
Un banquete suntuoso, un brindis blasfemo y una mano misteriosa grabando la condenación en la pared del palacio. Daniel 5 sirve como un recordatorio inquietante de que ningún poder, por grande que sea, puede proteger un corazón orgulloso del juicio de Dios. Ilustra vívidamente que Dios siempre actúa en su tiempo perfecto y según su beneplácito para vindicar su nombre.